jueves, 11 de noviembre de 2021

Mensaje del Papa Francisco sobre los Ancianos

 Audiencia a los participantes en el Congreso internacional "La Riqueza de los Años" organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, 31.01.2020


Esta mañana el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia, en el Palacio Apostólico Vaticano, a los participantes del primer Congreso internacional de pastoral para los ancianos cuyo tema es "La Riqueza de los Años" organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que se celebra del 29 al 31 de enero en el Centro de Congresos "Augustinianum" de Roma.


Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes en la audiencia:


Discurso del Santo Padre


Queridos hermanos y hermanas,

Os doy mi cordial bienvenida a vosotros, participantes en el primer Congreso internacional de pastoral de los ancianos - "La Riqueza de los Años" - organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; y agradezco al cardenal Farrell sus amables palabras.

La "riqueza de los años" es la riqueza de las personas, de cada persona que tiene a sus espaldas muchos años de vida, experiencia e historia. Es el tesoro precioso que toma forma en el camino de la vida de cada hombre y mujer, sin importar sus orígenes, procedencia, condiciones económicas o sociales. Porque la vida es un regalo, y cuando es larga es un privilegio, para uno mismo y para los demás. Siempre, siempre es así.

En el siglo XXI, la vejez se ha convertido en una de las características de la humanidad. En unas pocas décadas, la pirámide demográfica - que una vez descansaba sobre un gran número de niños y jóvenes y tenía  pocos ancianos en la cumbre - se ha invertido. Si hace tiempo los ancianos hubieran poblar un pequeño estado, hoy pueden poblar un continente entero. En este sentido, la ingente presencia de los ancianos es una novedad en todos los entornos sociales y geográficos del mundo. Además, a la vejez corresponden hoy diferentes estaciones de la vida: para muchos es la edad en la que cesa el esfuerzo productivo, las fuerzas disminuyen y aparecen los signos de la enfermedad, de la necesidad de ayuda y del  aislamiento social; pero para muchos es el comienzo de un largo período de bienestar psicofísico y de liberación de las obligaciones laborales.

(Cortometraje Debajo del Arbol)


En ambas situaciones, ¿cómo vivir estos años? ¿Qué sentido dar a esta fase de la vida, que para muchos puede ser larga? La desorientación social y, en muchos casos, la indiferencia y el rechazo que nuestras sociedades muestran hacia las personas mayores, llaman no sólo a la Iglesia, sino a todo el mundo, a una reflexión seria para aprender a captar y apreciar el valor de la vejez. En efecto, mientras que, por un lado, los Estados deben hacer frente a la nueva situación demográfica en el plano económico, por otro, la sociedad civil necesita valores y significados para la tercera y la cuarta edad. Y aquí, sobre todo, se coloca la contribución de la comunidad eclesial.

Por eso he acogido con interés la iniciativa de esta conferencia, que ha centrado la atención en la pastoral de los ancianos e iniciado una reflexión sobre las implicaciones que se derivan de una presencia sustancial de los abuelos en nuestras parroquias y sociedades. Os  pido que no se quede en una iniciativa aislada, sino que marque el inicio de un camino de profundización y discernimiento pastoral. Necesitamos cambiar nuestros hábitos pastorales para responder a la presencia de tantas personas mayores en las familias y en las comunidades.

En la Biblia, la longevidad es una bendición. Nos enfrenta a nuestra fragilidad, a nuestra dependencia mutua, a nuestros lazos familiares y comunitarios, y sobre todo a nuestra filiación divina. Concediendo la vejez, Dios Padre nos da tiempo para profundizar nuestro conocimiento de Él, nuestra intimidad con Él, para entrar más y más en su corazón y entregarnos a Él. Este es el momento de prepararnos para entregar nuestro espíritu en sus manos, definitivamente, con la confianza de los niños. Pero también es un tiempo de renovada fecundidad. "En la vejez volverán a dar fruto", dice el salmista (Sal 91, 15). En efecto,  el plan de salvación de Dios también se lleva a cabo en la pobreza de los cuerpos débiles, estériles e impotentes. Del vientre estéril de Sara y del cuerpo centenario de Abraham nació el Pueblo Elegido (cf. Rom 4:18-20). De Isabel y el viejo Zacarías nació Juan Bautista. El anciano, incluso cuando es débil, puede convertirse en un instrumento de la historia de la salvación.

Consciente de este papel irremplazable de los ancianos, la Iglesia se convierte en un lugar donde las generaciones están llamadas a compartir el plan de amor de Dios, en una relación de intercambio mutuo de los dones del Espíritu Santo. Este intercambio intergeneracional nos obliga a cambiar nuestra mirada hacia las personas mayores, a aprender a mirar el futuro junto con ellos.


Cuando pensamos en los ancianos y hablamos de ellos, sobre todo en la dimensión pastoral, debemos aprender a cambiar un poco los tempos de los verbos. No sólo hay un pasado, como si para los ancianos sólo hubiera una vida detrás de ellos y un archivo enmohecido. No. El Señor puede y quiere escribir con ellos también nuevas páginas, páginas de santidad, de servicio, de oración... Hoy quisiera deciros que los ancianos son también el presente y el mañana de la Iglesia. Sí, ¡son también el futuro de una Iglesia que, junto con los jóvenes, profetiza y sueña! Por eso es tan importante que los ancianos y los jóvenes hablen entre ellos, es muy importante.

La profecía de los ancianos se cumple cuando la luz del Evangelio entra plenamente en sus vidas; cuando, como Simeón y Ana, toman a Jesús en sus brazos y anuncian la revolución de la ternura, la Buena Nueva de Aquel que vino al mundo para traer la luz del Padre. Por eso os pido que no os canséis de proclamar el Evangelio a los abuelos y a los ancianos. Id a ellos con una sonrisa en vuestro rostro y el Evangelio en vuestras manos. Salid a las calles de vuestras parroquias y buscad a los ancianos que viven solos. La vejez no es una enfermedad, es un privilegio. La soledad puede ser una enfermedad, pero con caridad, cercanía y consuelo espiritual podemos curarla.

Dios tiene un pueblo numeroso de abuelos en todo el mundo. Hoy en día, en las sociedades secularizadas de muchos países, las generaciones actuales de padres no tienen, en su mayoría, la formación cristiana y la fe viva que los abuelos pueden transmitir a sus nietos. Son el eslabón indispensable para educar a los niños y a los jóvenes en la fe. Debemos acostumbrarnos a incluirlos en nuestros horizontes pastorales y a considerarlos, de forma no episódica, como uno de los componentes vitales de nuestras comunidades. No sólo son personas a las que estamos llamados a ayudar y proteger para custodiar sus vidas, sino que pueden ser actores de una pastoral evangelizadora, testigos privilegiados del amor fiel de Dios.

Por esto doy las gracias a todos los que dedicáis vuestras energías pastorales a los abuelos y a los ancianos. Sé muy bien que vuestro compromiso y vuestra reflexión nacen de la amistad concreta con tantos ancianos. Espero que lo que hoy es la sensibilidad de unos pocos se convierta en el patrimonio de cada comunidad eclesial. No tengáis miedo, tomad iniciativas, ayudad a vuestros obispos y a vuestras diócesis a promover el servicio pastoral a los ancianos y con los ancianos. No os desaniméis, ¡adelante! 

El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida continuará acompañándoos en este trabajo.


Yo también os acompaño con mi oración y mi bendición. Y vosotros por favor, no os olvidéis de rezar por mí ¡Gracias!


 



lunes, 8 de noviembre de 2021

Ante el anuncio de un superman gay

 Esta semana la editorial DC Comics anunció que presentará un Superman bisexual, que tendrá una relación sentimental con otro hombre. Ante esto, el conocido sacerdote Fray Nelson Medina lanzó un desafío a los padres de familia sobre la protección y la educación de sus hijos.



“La idea de sustituir a Clark Kent por otro salvador blanco heterosexual nos parecía una ocasión desperdiciada”, dijo Tom Taylor, escritor de la serie “Superman: Son of Kal-El”, en entrevista con The New York Times.

El cómic mostrará el 9 de noviembre al protagonista de la historia: el hijo de la versión tradicional de Superman, Clark Kent, cuyo nombre es Jon Kent, un adolescente de 17 años.

“Siempre he dicho que todo el mundo necesita héroes y que merecen reconocerse a sí mismos en sus héroes”, dijo Taylor. “Para mucha gente, que el superhéroe más fuerte de los cómics salga del clóset es increíblemente poderoso”, agregó.

En declaraciones a ACI Prensa este 13 de octubre, Fray Nelson Medina, sacerdote y doctor en Teología Fundamental, dijo que “es algo positivo que se vayan definiendo las distintas posturas en la batalla cultural en la que nos encontramos”.

Esta, continuó, es “una batalla que tiene al centro y como terreno o destinatarios el corazón y la mente de los niños, en este caso a través de los cómics que tienen un formato sumamente ágil y visual, y por eso atractivo para los más jóvenes”.

“La decisión que ha tomado DC Comics de introducir la agenda LGBT en los cómics hace más claras las cosas. De lo que se trata es de modelar el corazón de los niños para que se arriesguen a experimentar distintas sensaciones sexuales o para que tomen una postura de permisividad bajo el nombre de mente abierta, respecto a la orientación sexual”, alertó.

“Es evidente entonces, que la elección de un personaje como Superman, sin duda uno de los más exitosos de todos los tiempos, quiere tener un impacto inmenso en los niños, para conquistarlos desde temprana edad de una vez y para siempre”.

El sacerdote colombiano precisó también que esta no es la primera avanzada del lobby LGBT al respecto, pues “ya desde hace varios años la empresa Disney ha ido introduciendo personajes que son ambiguos en su sexualidad o que son abiertamente homosexuales, sea como mujeres o como hombres”.

El desafío a los padres de familia

Ante situaciones como estas, Fray Nelson dijo que los sacerdotes pueden reaccionar de dos maneras: “Muchos tomarán una acción cómoda e irresponsable. Esa actitud cómoda suele presentarse como una resignación ante el curso de los acontecimientos. ‘Ahora es así’. Frase que se dice con cierta sonrisa. ‘Ahora ya salieron con esto’”.

Sin embargo, una segunda opción es que los padres reconozcan “que sus hijos son demasiado valiosos para simplemente entregarlos como terreno de experimentación psicosocial y de manipulación de estos intereses transnacionales”.

Esos padres de familia tendrán entonces que tomar acciones que Fray Nelson propone en tres puntos:

1.- Saber que son distintas

“Es evidente que las familias que tienen padres conscientes de lo que está sucediendo no pueden seguir el curso del entretenimiento de las demás familias”, resaltó el sacerdote.

“Si para muchas familias es una especie de obligación ir a Disneylandia, estas familias conscientes del valor de sus hijos sabrán que tienen que ser distintas”, agregó.

Ese es “el primer punto: Saber que son distintas, que no tienen que repetir lo que hacen otras familias, que no tienen que ver las mismas películas ni los mismos programas, ni jugar con los mismos juguetes. Son familias que tendrán que atreverse a ser distintas”.

2.- Tener una comunicación más intensa con los hijos

Estas familias “tendrán que hablar, tener un nivel de comunicación con un nivel más alto y frecuente con sus hijos de lo que es usual hoy”.

“Para muchos padres de familia ha resultado muy cómodo conectar a sus hijos a la pantalla de un televisor o a un servicio de streaming para tenerlos tranquilos y distraídos”, lamentó.

Entonces, “hay que reemplazar horas de streaming por otro tipo de comunicación que incluye otras formas de entretenimiento y también diálogo frecuente”, entre otras cosas “para explicar a los niños por qué ellos no tienen que hacer lo que hacen los demás niños”.

3.- Asociarse con otros padres de familia

“Estos padres de familia responsables buscarán asociarse con otros padres de familia, quizás de modo virtual con foros o grupos o sitios web, para aprender estrategias unos de otros y también para facilitar la formación social de sus hijos porque es evidente que no se les puede, ni se les debe aislar”, dijo Fray Nelson a ACI Prensa.

Entonces “las tres sugerencias son: arriésguense a ser diferentes, tengan comunicación más intensa con sus hijos y asóciense”.

Finalmente, el sacerdote colombiano subrayó que “estos tres puntos tendrán valor si los padres de familia se alimentan del amor mutuo, pero sobre todo del amor de Dios y del amor a Dios, lo cual sucede en primer lugar en la oración”.

viernes, 22 de enero de 2021

El Beso de Jesús

Sabes que en la explosión, lo llevaron al hospital y falleció de madrugada. 

Se había ordenado hace 7 meses y hace poco escribió esta carta; os gustará a las que tenéis familiares con necesidades especiales: 



"EL BESO DE JESÚS"

A los 6 meses de ordenado, mi Obispo me envió a dirigir una Parroquia ; tenía que suplir a un Párroco que llevaba allí más de 30 años, por lo que me encontré con la no aceptación de los habitantes de aquel lugar. La tarea fue ardua pero fecunda y no habría tenido tanta fecundidad sin la ayuda de un pequeño llamado Gabriel... El protagonista de este relato.

A la segunda semana de llegar a aquel lugar se me presentó un matrimonio joven con su pequeño hijo muy especial (síndrome de Down). Me solicitaban que lo aceptara como monaguillo. Pensé en rechazarlo, y no por ser un niño con capacidades diferentes sino por todos las dificultades con las que iniciaba mi ministerio en aquel lugar, pero no pude decir que no, pues al preguntarle si quería ser mi monaguillo no me respondió, sino que se me abrazó a la cintura. Menuda forma de convencerme...

Lo cité para el siguiente domingo 15 minutos antes de la Eucaristía y puntualmente allí estaba con su sotanita roja y su roquete que su abuela le había hecho a mano para la ocasión.

Tengo que agregar que su presencia me trajo más feligreses pues sus familiares querían verlo estrenarse en su papel de monaguillo. Yo tenía que preparar todo lo necesario para la Eucaristía. No tenía sacristán ni campanero así que tuve que correr de un lado para otro, y no fue sino hasta antes de iniciar la Misa cuando me percaté que Gabriel nada sabía de cómo ayudar en la Misa; por la premura del tiempo se me ocurrió decirle:

"Gabriel, tienes que hacer todo lo que yo haga ¿vale…?"

Nunca se lo hubiera dicho, un niño como Gabriel es el niño más obediente del mundo, así que iniciamos la Celebración y al besar el altar, el pequeño se quedó prendido a él; en la homilía vi que los feligreses sonreían al hablarles, lo cual alegró mi joven corazón sacerdotal, pero luego me percaté que no me miraban a mí sino a Gabriel que me seguía tratando de imitar mis movimientos. En fin, uno de los detalles de aquella primera Misa con mi novel monaguillo.

Al terminar le indiqué qué tenía que hacer y qué no y entre otras cosas le dije que el altar solo podía besarlo yo. Le expliqué cómo el sacerdote se une a Cristo en este beso. Me miraba con sus grandes ojos interrogantes sin llegar a entender del todo la explicación que le daba… Y, sin callarse lo que pensaba, me dice: "Anda, yo también quiero besarlo…". Le volví a explicar porqué no... Al final le dije que yo lo haría por los dos. Pareció que había quedado conforme.

Pero al siguiente domingo, al iniciar la Celebración y besar el altar, ví cómo Gabriel ponía su mejilla en él y no se despegaba del altar con una gran sonrisa en su pequeño rostro.

Tuve que decirle que dejara de hacer aquello. Al terminar la Misa le recordé:

"Gabriel, te dije que yo lo besaría por los dos". 

Me respondió: "padre, yo no lo besé. Él me besó a mí…".

Serio le dije: "Gabriel, no juegues conmigo…" Me respondió: "¡¡De verdad, me llenó de besos!!".

La forma en que me lo dijo, me llenó de una santa envidia; al cerrar el templo y despedir a mis feligreses me acerqué al altar y puse mi mejilla en él pidiéndole: "Señor... bésame como a Gabriel".

Aquel Niño me recordó que la obra no era mía y que ganar el corazón de aquel pueblo solo podía ser desde esa dulce intimidad con el Único Sacerdote, Cristo.

Desde entonces mi beso al altar es doble pues siempre después de besarlo pongo mi mejilla para recibir su beso. ¡¡Gracias, Gabriel!

Acercar a los otros al misterio de la Salvación nos llama a vivir nuestro propio encuentro. Al igual que yo, con mi querido monaguillo maestro Gabriel, aprendí que:

¡Antes de besar yo el altar de Cristo... tengo que ser besado por Él!

"Señor Jesús, haznos sentir tus besos todos los días para que nuestros corazones nunca tengan más necesidad de amor, porque Tú lo llenas todo..."

Carta de Ruben, el sacerdote fallecido en la explosión de ayer

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...